Más allá de los arrecifes de coral, no hay formas ni colores. Allí todo es igual, y aunque me de miedo mirar, sé que allí descansa mi libertad. Una leve luz se ve al final, pero mis miedos y mi comodidad siguen queriendo mirar, sé que allí descansa mi libertad. Una leve luz se ve al final, pero mis miedos y mi comodidad siguen queriendo esperar un poco más. Mi mente está acostumbrada a bucear entre algas hechiceras, hechas de pensamientos sin meta, basados en disfrazado juego de impotencia y soledad.
Llego hasta el límite, y me asomo al cortante desnivel, pues tengo curiosidad pero en el momento de dar el paso final, doy marcha atrás y sigo dando vueltas en círculo en mi pequeña parcela aunque sepa que nada más me puede dar. Mi agotamiento pesa, al igual que el deseo de jugar a ser alguien separado y especial. ¿Cómo puede ser tan arrogante la mente que prefiere seguir dando vueltas que abrirse a la infinita creatividad? Miedo e ignorancia le llaman, apego a lo conocido que intenta poner trabas al caminar.
Sin embargo, con calma y amabilidad, debajo de todo se encuentra mi voluntad de amar, desde donde elijo quitarme la escafandra para lanzarme en busca de la luz que veo más allá. La inspección contemplativa del mar, es el nuevo objetivo del tiempo mientras sobre la tierra tenga que caminar. Y ahora, en cada instante, puedo elegir dar el paso o esperar un poco más. En cada paso que doy, lo desconocido se manifiesta, los pensamientos enredados de control y culpabilidad se esfuman al ser observados desde la amorosa comprensión sin la necesidad de luchar. Descubro que no soy mis pensamientos y de este modo estoy dispuesto a la muerte paulatina del buzo que creía en la necesidad de pensar.
Ahora, el desnudo buzo, se zambulle al otro lado de la barrera de coral, impregnado del ungüento de valentía y humildad. Se lanza al fondo desconocido con la constante renovada humildad de no saber nada y con el corazón al frente abriendo paso. No dejará ahora de visitar los arrecifes de coral, sino que los podrá ver desde el absoluto desconocimiento sin mapas mentales ni ideas conectadas que fabriquen tiempo enlazando el pasado con el repetitivo final. Aunque el buceador tiene miedo de perder su conocido infierno por el desconocido reino que se encuentra más allá de la barrera de coral, se prepara el gran salto al abismo del vacío en el fondo del mar.
“Mente, ábrete a lo desconocido, ábrete a aquella opción que no eres capaz de controlar ni manejar. Pues tu libertad está donde tus pensamientos no pueden llegar, y donde tu mente programada ya no puede pasar. Vive en completa confianza desde el absoluto desconocimiento, sabiendo que al final despunta la luz que ya marcó el final. En un primer momento, el miedo y la tristeza llegará, pues está muriendo el buzo que creíste ser. No temas, es un primer paso. Vamos juntos en la trascendencia de los arrecifes de coral. Donde vas, no hay formas, ni nada que pensar. Todo es pura experiencia de amor y libertad. Agarra de la mano a tu hermano, pues sin él no podrías llegar.”