El tejido del pañuelo de la princesa Carla de Escocia, tiene una gran historia. En ella están recogidas las memorias de todas mujeres que llevaron ese pañuelo atado al cuello. En su origen, él era de seda, suave y ligero, pero cada princesa que se ha puesto el pañuelo, ha aportado la memoria de las distintas experiencias que experimentó cuando lo llevaba, dejando así la impronta de sus sensaciones en el tejido del pañuelo, las emociones derivadas de su manera de relacionarse. Después de tanto tiempo, el pañuelo ha adquirido una forma rígida y acartonada.
El pañuelo está compuesto por hilos de todos colores, todos están entrelazados y todos se mueven en un espacio sin espacio, fluido y atemporal. En este tejido, los hilos que se cruzan son hilos que tenían que cruzarse, y justo en el punto de unión, se establece la relación entre ambos hilos. El rojo tiene que comprender al amarillo, y el amarillo al rojo, y así sucesivamente con todos hilos que el pañuelo lleva tejido.
Es muy fácil dejarse llevar cuando se comprende el funcionamiento del tejido y comprender que cada cruce de hilos es como tiene que ser y para que cada hilo aprenda al máximo lo que puede aprender, tiene que estar dispuesto a vivir sin expectativas respecto al otro hilo y respecto a la relación entre ambos, vivir sin querer controlar la situación, y abandonar el ataque. El funcionamiento del tejido se basa en la depuración de los cruces de los hilos, y en aprovechar cada ocasión con la que se encuentra la princesa que lo lleva puesto, para comprender, que son oportunidades para soltar las emociones con las que vive cada situación.
En muchas ocasiones, el miedo al abandono se hace presente y el hilo amarillo, para creerse victorioso, machaca al hilo rojo; en el fondo, basa todas sus relaciones en el miedo por ser abandonado, y antes que su miedo le indique un pequeño indicio de temor imaginario, se coloca por encima del hilo rojo cual guerrero victorioso, machacando la integridad de éste. Es una antigua técnica que se usaba en tejidos más antiguos en los que hubo un gran miedo al abandono, experiencias de las propietarias que llevaron a encartonar el tejido del pañuelo. Ahora llega el momento de soltar ese miedo y aprovechar el cruce de hilos en el nuevo tejido para comprender que cada relación que se establece es para abandonar las creencias de antigua forma de relacionarse.
Para el correcto funcionamiento del nuevo portador del pañuelo de las relaciones del mundo, es vital que se abandonen todas memorias de tejidos antiguos, y princesas que lo llevaron atado al cuello. Aprovechar el cruce de hilos y observar la situación sin miedos, sin control y con plenitud, al fin y al cabo, los cruces son temporales y no existe propiedad de nadie. Y para esto sirven los cruces de hilos en el cuello de todas princesas, para recuperar la ligereza y suavidad seda del pañuelo original.