Lobos con flores de alquitrán

Hoy, el cuidador de lobos, ha sido secuestrado por los mismos lobos cuidados. En un instante en el que éste estaba disperso, los lobos han comenzado a aullar y entonces ha caído hipnotizado. Y cuando los lobos aúllan, es que tienen hambre y si el cuidador no está atento, cae en el engaño, da permiso y rápidamente se disponen a cazar. Con un simple aullido, tientan al cuidador de que es necesario salir a buscar para llenar sus estómagos vacíos. La inocencia del cuidador cree en la falsa necesidad y así apoya la masacre que está a punto de comenzar.

En un principio, los lobos se adornan con flores para que así sea más fácil embaucar, pero rápidamente, aparece su instinto de matar y la corona se transforma en flores de alquitrán. Las presas son desgarradas hasta dejar sus huesos roídos y sin nada que mascar. Al principio aparentan ser tus amigos pero cuando pueden, te intentarán devorar. Cuidador, ¿qué estómago hay que llenar si los lobos solamente quieren matar? Estos buscan el trofeo más débil o incluso luchan por el más complicado, pensando que cuando lo consigan, la plenitud los desbordará, sin embargo, cuando el trofeo es alcanzado, llega el vacío y la soledad.

¿Qué iba a resultar de una cacería tan sangrienta aunque los lobos llevaran flores? ¿Qué resultado querías esperar? En el momento que tu voluntad permite al lobo salir a buscar, el asesinato está asegurado. Es imposible que encuentre lo que afuera no se puede encontrar ya que, el mundo externo se diseñó para asesinar. Solamente queda una liberadora opción: rendirte y soltar.

Como cuidador de lobos, ya sabes que nunca encontrarás allá afuera la libertad, pero tampoco debes contra ellos luchar. Sin embargo, en el acto de soltar, y aceptar que la jauría sucede porque es tu voluntad secuestrada, puedes contactar con la voluntad y volver a elegir la paz. No mandes callar a los lobos, no te contraigas de culpabilidad, persiste con firmeza, y en tu quietud deja que sus aullidos se conviertan en canto de gorriones. Pide ayuda y se te dará. Tu única función en el mundo de asesinatos es observar y soltar, y en lo demás se te guiará hasta que veas en el mundo brotar las flores de la eternidad.

Detrás de cada creencia, existe tu voluntad de quererla agarrar. Es imposible tener una creencia que tú no desees experimentar, sin embargo, es más cómodo quejarse creyendo que otros la tienen o que te la impuso la sociedad. Ya no es el lobo el culpable, sino la responsabilidad de la voluntad que decide que el lobo sea real. Es hora de soltar a los lobos. Es hora de dejar de buscar afuera lo que nunca, nunca podrás encontrar. Ya que en tú quietud, te das cuenta que ya estás más allá.

En el curso de la vida, tus lecciones se presentarán, todas ellas vestidas de mil promesas de felicidad, pero ya sabes que son inofensivos lobos adornados con flores de alquitrán. Es imposible amar en el mundo de lobos. Escucha con oídos sordos a los aullidos que buscan lo que en ti ya está. Mira con ojos ciegos a los lobos que representan la ilusión del pecado original. Huele con narices sin olfato las flores de betún. Y por fin, descansa poniéndole a cada lobo la corona de flores del jardín interno, donde las flores son perennes por siempre jamás.